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Babosa

 
Equipo de redacción
Por Equipo de redacción. 1 octubre 2022
Babosa

Las babosas (orden Pulmonata), son moluscos gasterópodos terrestres sin concha. Realmente el término “babosa” se utiliza coloquialmente para referirse a aquellos gasterópodos que no cuentan como una concha de carbonato de calcio como los caracoles. Por esa razón, entre las babosas, pueden haber varias familias taxonómicas de babosas de tierra que no están estrechamente relacionadas.

Al igual que los caracoles, las babosas son conocidas por dejar un fluido de consistencia viscosa o “babosa” a su paso, como mecanismo de protección ante insectos y otros depredadores. Las babosas están relacionadas con las almejas y las ostras.

Índice
  1. Dónde viven las babosas
  2. Anatomía y partes de una babosa
  3. Alimentación de las babosas
  4. Reproducción de las babosas
  5. Depredadores de las babosas
  6. Babosas como plagas
  7. Babosas portadoras de parásitos
  8. Babosas y Caracoles, diferencias
  9. Curiosidades de las Babosas

Dónde viven las babosas

Las babosas viven en entornos frescos, húmedos y con sombra. La temporada de lluvias favorece su presencia, al igual que los riegos frecuentes, razón por la que aparecen con facilidad entre la primavera y el otoño.

Es común observarlas en jardines saludables y tierras húmedas y fértiles, así como en extensiones de tierra con abundante vegetación.

Anatomía y partes de una babosa

La babosa posee un cuerpo alargado y redondeado, con una diferencia muy clara entre la cola y la cabeza, pues esta última cuenta con 4 tentáculos, que coloquialmente se conocen como antenas.

Generalmente, las babosas cuentan con una longitud entre 1.5 cm y más de 15 cm en promedio. Las más grandes registradas hasta el momento son la babosa común (Arion ater), Geomalacus maculosus, la babosa amarilla (Limacus flavus) y Limax maximus o babosa leopardo, que puede llegar a medir 20 cm de largo.

El cuerpo de una babosa es blando y muy húmedo. No posee patas y su coloración puede ser de varios tonos de marrón o gris, pero hay algunas amarillas como la babosa banana (género Ariolimax) o anaranjadas-rojizas como (Arion rufus).

  • Cola : Es la parte final de su anatomía, con una anchura más delgada que en el resto del cuerpo.
  • Manto : Es un tipo de laminilla que se ubica siempre en la parte superior de una babosa, detrás de la cabeza. Se identifica fácilmente por la textura que presenta, distinta al resto del cuerpo. Debajo del manto se encuentran la abertura genital y el ano.
  • Tentáculos ópticos: Es el par más grande de tentáculos, sensible a la luz y cuyo extremo superior lleva los ojos. Es decir, son tentáculos visuales.
  • Tentáculos sensoriales: Son tentáculos más pequeños, ubicados debajo de los tentáculos ópticos. Su función es proporcionar el sentido del olfato.
  • Neumostoma: Generalmente se localiza del lado derecho del manto de la babosa. Es un orificio de respiración que puede observarse fácilmente cuando está abierto, pero no suele percibirse mientras permanece cerrado.
  • Quilla: Algunas especies de babosa cuentan con una cresta que recorre parte de su cuerpo. Puede ser a lo largo de la cola o en la parte final de esta.
  • Concha vestigial: Gran parte de las babosas poseen un remanente de caparazón, que por lo general se mantiene interno total o parcialmente. Almacena sales de calcio junto con glándulas digestivas.
  • Secreción: También conocido como “baba” o “moco”, es una sustancia que mantiene humectada la piel de la babosa y permite su desplazamiento actuando como lubricante entre el cuerpo y las superficies, evitando lesiones y facilitando el recorrido. Además de que actúa como repelente de varios tipos de animales depredadores.

Babosa Limax maximus, una de las más grandes.

Babosa - Anatomía y partes de una babosa

Alimentación de las babosas

Las babosas suelen alimentarse de noche y esconderse durante las horas de mayor temperatura. Su dieta principal consiste en hojas de plantas, con una preferencia por las plántulas (plantas en sus primeras etapas de desarrollo). También consumen frutas y verduras maduras, hongos, materia vegetal en estado de descomposición y excrementos de algunos animales.

Unas cuantas especies, como por ejemplo, la babosa leopardo (Limax maximus), son omnívoras, pues además de vegetación se nutren de otras babosas, caracoles y gusanos sin vida. Es decir, las babosas no cazan a sus presas, sino que aprovechan comer de dichos animales cuando ya están muertos.

Esta dieta de materia vegetal en descomposición y cuerpos de animales muertos, contribuye a la “limpieza” del medio ambiente, lo que forma parte del importante rol ecológico de las babosas.

Pocos saben que las babosas cuentan con dientes; y no un par ni decenas de piezas dentales como nosotros. Las babosas poseen una rádula, que es una mandíbula que contiene una banda flexible de miles de dientes microscópicos (un promedio de 27,000). Cada diente consiste en una o más cúspides unidas a una placa basal grande.

Mientras la rádula se encarga de raspar el alimento, la mandíbula corta en trozos más pequeños.

Reproducción de las babosas

Las babosas son criaturas que cuentan con órganos reproductores femeninos y masculinos, por lo que se les denomina hermafroditas.

Esto significa que pueden fertilizarse, pero también aparearse con otra babosa. Estas liberan feromonas en su secreción o baba e indican que están listas para llevar a cabo el apareamiento, el cual, dependiendo de la especie, puede significar todo un espectáculo acrobático.

También de acuerdo a la especie de babosa dependerá el número de huevos depositados.

Estos son colocados debajo de vegetación, troncos caídos o cualquier elemento que proporcione humedad y protección contra los depredadores.

Pueden ser desde 30 en promedio, como 200 huevos. De los cuales van a emerger pequeños gasterópodos pálidos.

Como datos curiosos relacionados a la reproducción de las babosas, las parejas de babosas leopardo cuelgan boca abajo de una cuerda de secreción o moco y entrelazan sus cuerpos entre sí para que la gravedad ayude a extender su pene de larga extensión. El pene de esta especie es de tonalidad azulada y puede ser tan largo como la longitud de su cuerpo. Recordemos que la babosa leopardo puede medir 20 cm.

Por otro lado, la babosa banana tiene quizá, la forma más extraña de apareamiento. Después de reproducirse, realizan la apofalación, que consiste en morder y cortar el pene de su pareja o el propio, simplemente para separarse. Esto no afecta su ciclo reproductivo posterior, pues aún se mantienen intactos los órganos femeninos.

Babosa - Reproducción de las babosas

Depredadores de las babosas

Las babosas son parte de la alimentación de gran cantidad de animales. Esto significa que tienen numerosos enemigos naturales. Están entre los más comunes: escarabajos terrestres como el diablo-caballo (Ocypus olens), serpientes, sapos, ranas, tortugas, lagartijas, pájaros, gansos, gallinas, patos, hormigas y nematodos parásitos.

Los animales más grandes no tienen problema con sostener a la babosa para ingerirla, pero en el caso de las hormigas, por ejemplo, utilizan pequeñas piedras para impedir su trayecto y lograr que los rayos del sol comiencen a deshidratarla hasta matarla. De esta manera, el moco protector desaparece y las hormigas pueden alimentarse fácilmente.

También el humano ocupa el lugar de depredador cuando se trata de proteger cultivos.

Babosas como plagas

La proliferación de babosas puede causar daños importantes en los cultivos, ya que crean agujeros en hojas y frutos, afectando su apariencia, y por ende, su oportunidad de comercialización.

Las plantas jóvenes (plántulas) pueden quedar débiles o presentar defoliación total (pérdida de hojas) por ser consumidas de manera frecuente.

El ser humano acude a trampas o a los pesticidas para controlar el desarrollo de babosas y otros tipos de fauna invasiva; sin embargo, esta última solución modifica la calidad de los resultados.

Babosas portadoras de parásitos

Las babosas y los gasterópodos en general, tienen muchos parásitos en su interior, aunque a simple vista no lo parezca. Los adquieren a través de la alimentación; especialmente de los excrementos de animales infectados.

Estos parásitos pueden causar daños irreversibles en el cerebro de quienes los consumen. Aunque no es una práctica común, algunos humanos que han ingerido caracoles o babosas sin cocción, adquirieron numerosos parásitos. Uno de ellos, llamado Angiostrongylus cantonensis penetra el cerebro humano, alojándose sin poder salir y causando graves problemas de salud.

Recordemos el caso del joven australiano Sam Ballard, quien después de comer una babosa como parte de un reto dentro de su grupo de amigos, adquirió el nematodo parásito Angiostrongylus cantonensis y quedó en estado tetrapléjico, para finalmente perder la batalla tras 8 años de lucha.

Babosas y Caracoles, diferencias

Estas son algunas de las diferencias más visibles entre las babosas y los caracoles (además de la concha):

  1. Las babosas cuentan con una diversidad más amplia que los caracoles en cuanto a su coloración y patrones de manchas. Hay babosas grises, marrones, amarillas, rojizas y con diseños muy llamativos.
  2. Las babosas tienen un manto muy bien definido. Puede distinguirse fácilmente sobre el cuerpo gracias a su textura más lisa.
  3. Los tentáculos ópticos de los caracoles son más largos que los de las babosas.
  4. El neumostoma de ambos animales está ubicado en puntos distintos. Mientras que en el caracol se localiza debajo de la concha, en la babosa se sitúa del lado derecho del manto.

Curiosidades de las Babosas

También existen babosas marinas, y son conocidas simplemente como babosas de mar. Algunas son venenosas como forma de defensa contra los depredadores y dichas toxinas pueden ser peligrosas para animales domésticos y seres humanos.

¿Y sabes por qué las babosas se mueren con la sal? Simplemente porque la sal absorbe la humedad de su cuerpo y las deshidrata hasta matarlas. Es por ello que los médicos recomiendan no consumir demasiada sal en nuestros alimentos, pues retiene líquidos y favorece a nuestra deshidratación. Ahora ya sabes qué no hacer con las babosas. Protégelas, pues son inofensivas.

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Bibliografía

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